jueves, octubre 26, 2006

Como anillo al dedo


Texto escrito a partir de la lectura de los doce principios para una nueva ética profesional del intelectual de Karl Popper

Por Raúl Ignacio Mesa V.
nachomesa1@gmail.com


Hace poco escuché una definición bien curiosa de periodista: periodista es el único ignorante que se le permite aprender en público. Me reí con ironía y al mismo tiempo con cierta rabia porque lo sentí como una ofensa. Pero leyendo los planteamientos de Kart Popper creo comprender el sentido de tal definición.

El periodista (también puede ser columnista) es un ignorante porque nunca tiene la verdad absoluta sobre las cosas. Su conocimiento no es completo. Siempre está buscando las partes para completarlo y, en ésta tarea, es tanto con lo que se encuentra (fuentes, temas, posiciones, argumentos, versiones, historias) que por más que busque siempre le faltará algo por conocer, es decir, convivirá siempre con una dosis de ignorancia que se convierte en su motor, en ese impulso de curiosidad por llegar hasta el fondo de los asuntos.

Esa búsqueda es un proceso de aprendizaje. Que sea en público es porque así son las condiciones de trabajo. Pero es la oportunidad de que se dé eso que Popper llama la critica y la autocrítica: la primera, de los que nos leen, nos escuchan y que encuentran errores en nuestro trabajo que nos ayudarán a mejorarlo y a entender las razones del otro y, la segunda, en adquirir esa capacidad de reconocer y aceptar las equivocaciones, aprender de ellas y no usarlas como escudos de protección, sino como experiencia y bagaje para no volver a actuar erróneamente.

Como diría David Puttnam, el reconocido productor de cine, más que perfeccionismo, todo es susceptible de ser mejorado. Ese es otro de los aportes de los que nos habla el filósofo austriaco Kart Popper, el error como posibilitador de perfeccionamiento de nuestras acciones.

Finalmente para el ejercicio periodístico, el ejercicio libre, autónomo y responsable de opinar y argumentar, los planteamientos de Popper, que serían un error no tenerlos en cuenta, nos caen como anillo al dedo.

martes, octubre 24, 2006

Indígenas, tristeza y muerte

Mow Be, líder de los Nukak Makú (Q.E.P.D)

Por Raúl Ignacio Mesa V.
nachomesa1@gmail.com

Me permito tomar este título de un artículo publicado por la revista SEMANA donde informa sobre el suicidio del interlocutor de la tribu Nukak Makú, Mow be. Y éste “robo” no es porque no tuviera otro más para darle a esta columna sino porque, lamentablemente, es el que mejor define la situación en que viven muchas de las comunidades indígenas en el país. El ejemplo perfecto es por las que pasan hoy los Nukak.

El suicidio de Mow be, el líder de la última tribu nómada de Colombia, al no poder encontrar una solución rápida y efectiva a la situación de desplazamiento por la que está atravesando su pueblo, que ahora se encuentra concentrado en un casco urbano de San José del Guaviare contrario a la tradición de caminantes que anida en sus espíritus, es una muestra de la magnitud de la angustia, el desespero y el abandono de las comunidades indígenas. La responsabilidad histórica es del Estado y, de alguna forma, del país, que siempre ha mirado con desgano e indiferencia a esta población.

Me pregunto si cuando salen noticias que dicen que Colombia es uno de los países más felices del mundo, estarán contando con la opinión y la situación de los indígenas. Porque si es así, estas informaciones no son más que datos estúpidos y desdibujados de la realidad.

Si alguna población ha sufrido, padecido y aguantado la crueldad de la guerra, el acoso y la persecución de los grupos armados, el olvido estatal y la falta de atención a sus necesidades y problemáticas han sido los indígenas que, paradójicamente, son los que le aportan al país la riqueza cultural, la diversidad etnica y ese exotismo de los que muchos se enorgullecen y ufanan.

Me hubiera gustado que el título de éste artículo fuera Indígenas, cultura y diversidad o Indígenas, cultura y tranquilidad, pero lamentablemente éste gusto será esquivo y, sobretodo en la actualidad, casi un imposible.

Por ahora y hasta que nos se tomen las medidas del caso, se reconozcan los derechos de las comunidades indígenas del país, se les escuche sus problemáticas y se les den las garantías para que se desarrollen en su ambiente natural, el título de este artículo seguirá siendo el mismo: Indígenas, tristeza y muerte.

martes, octubre 17, 2006

El "otro" en nosotros

Por Raúl Ignacio Mesa V.
nachomesa1@gmail.com


“Debemos entender que 'el otro' no existe; 'el otro' somos nosotros mismos", respondió Orhan Pamuk al programa de noticias The News Hour cuando estos le preguntaron sobre el mensaje principal de su obra, en una entrevista realizada horas después de que la Academia Sueca de la Lengua le otorgara al escritor turco el Premio Nobel de Literatura 2006.

Sin duda este es un reconocimiento a una voz que se ha alzado desde sus novelas y sus declaraciones por el respeto, la tolerancia y por ser un puente entre la cultura occidental y la oriental, en lugar de “agrandar los abismos interculturales”. Pamuk es productor de esa literatura que plantea una tesis y nos enfrenta con eso que no queremos ver. Esta literatura valiente cumple con lo que decía George Orwell sobre la libertad de expresión: decir lo que la gente no quiere oír.

Así quedó demostrado cuando en febrero de 2005, durante una entrevista con un periódico suizo, el novelista turco pronunció la siguiente frase: “Un millón de armenios y treinta mil kurdos fueron asesinados en estas tierras, y yo soy el único que se atreve a hablar del tema”. Al decir “estas tierras” Pamuk se refería, por supuesto, a Turquía; y el gobierno del país reaccionó invocando el artículo 301/1 del Código Penal y acusando a Pamuk de “denigrar públicamente la identidad turca”. El caso fue desestimado a principios de año, pero el daño ya estaba hecho. Sus referencias al asesinato masivo de armenios bajo el Imperio Otomano, así como al conflicto kurdo en el sureste del país, levantó una ola de protestas en Turquía.

Ese concepto de libertad de expresión definida por Orwell parece que lo tiene muy claro la Academia Sueca de la Lengua que en los últimos años ha exaltado a autores que a través de su literatura dan cuenta de esas cosas que se quieren tapar y olvidar en el mundo: la exclusión y la muerte industrializada (Imre Kertész: 2002), el racismo (J:M. Coetzee: 2003), la posición de la mujer frente al machismo cultural y político (Elfriede Jelinek: 2004) y ahora el genocidio y las relaciones conflictivas entre Oriente y Occidente.

De lo que si poco ha hablado la prensa es que de nuevo este galardón le fue esquivo al escritor peruano Mario Vargas Llosa. Habrá que esperar que sus declaraciones sobre el nuevo Nobel no sean tan ofensivas y tocadas de envidia como las que pronunció en el 2004 cuando Elfriede Jelinek fue galardonada: “Sólo si se lo merece, leeré a la Nobel”. Porque el nuevo Nobel, si que se lo merece.

miércoles, octubre 11, 2006

Para no morir más en la calle


Por Raúl Ignacio Mesa V.

La muerte, como proceso individual, debe ser lo más privado para un ser humano. Este paso de abandonar lo terrenal no debe convertirse en un espectáculo de carreta, en un motivo de trancón ni mucho menos en romería de curiosos.

En tan sólo cuatro días me ha tocado presenciar la muerte de dos mujeres. Murieron en la calle. ¿Quiénes eran? ¿Tenían familias? ¿Qué hacían? ¿Qué pensaban? ¿Para dónde iban? ¿A quién amaban, a quién odiaban, quién las quería, quién las odiaba? ¿Por qué reían, por qué lloraban? Preguntas que quedan sin respuestas sobre estos seres humanos que pasarán a engrosar la lista de los altos índices de accidentalidad en la ciudad. Y lo más triste es que entre los curiosos que miran desde la ventana de su automóvil o de un bus, son muy pocos los que se pregunta sobre lo indigno de morir en la calle.

La muerte en la calle es una preocupación en la actualidad. Accidentes de tránsito, motociclistas estrellados, peatones atropellados, hacen pensar que salir a la calle es todo un peligro, cuando no debía ser así. Las campañas pedagógicas sobre prevención vial comparadas con las cifras de accidentalidad hacen pensar que los resultados son insuficientes.

La gente olvida manejar con precaución en las carreteras, los motociclistas no aprenden el valor de la prudencia y los peatones prefieren no utilizar los puentes y los cruces adecuados. En fin, todos olvidan, más que campañas y normas, el valor de la vida. Quizás eso sea a lo que deben apuntarles las campañas y todas las medidas que se hagan al respecto.

Dicen que la muerte es lo único que todos lo seres humanos tenemos seguro, pero nadie sabe ni el día ni la hora en que le llegará. Lo que sí deberíamos procurar es que la calle no sea el lugar para morir.

martes, octubre 03, 2006

Que sea lo que Dios quiera


Por Raúl Ignacio Mesa V.
nachomesa1@gmail.com


Cuando a una mujer embarazada se le empieza a notar la barriguita es común que la gente le pregunte qué va a tener: niño o niña. La madre, si ya está en un estado avanzado y se ha practicado ecografías, podrá responder con seguridad a la pregunta. Si no, dirá que no sabe y añadirá: “que sea lo que Dios quiera”.

Esta misma situación le ocurre a la Madre Tierra. En ella se gesta un hijo que, por las ecografías y estudios hechos por la Organización Metereológica Mundial, OMM, y el Ideam en el país, ya sabemos que será "Niño" y que vendrá con llantos (lluvias) y fiebres (sequías), aunque todavía no sepamos a ciencia cierta con qué intensidad.

Cuando la madre sabe qué espera, ella prepara todo de acuerdo a si es niño o niña. Es más, si ya éste es su segundo o tercer hijo, puede prever con más facilidad y tranquilidad las medidas que debe tomar para sufrir los menos traumatismos posibles. Estar preparados también es el lema de las personas que acompañan a la futura madre.

Colombia y países como Ecuador, Perú y Brasil, ya deben saber muy bien lo que significa la llegada de "El Niño". El término "El Niño" (El Niño Jesús) fue originalmente empleado por los pescadores a lo largo de las costas de Perú y Ecuador para referirse a una corriente Oceánica cálida que hace su aparición alrededor de la Navidad y dura varios meses. En algunos años sin embargo, el agua se torna particularmente cálida y la interrupción en la temporada de pesca se extiende hasta mayo y a veces junio. A través de los años, el término "El Niño" se ha reservado para estos intervalos excepcionalmente fuertes de aguas cálidas, que no solo altera la vida normal de los pescadores sino que también trae consigo fuertes lluvias y sequías prolongadas.

Durante los últimos cuarenta años, nueve "Niños" han afectado el planeta. Los eventos fuertes como "El Niño" de 1982-83 y el de 1997-98 dejaron una profunda huella no sólo en la vida, sino en las condiciones climáticas a lo largo del mundo entero.

Como la madre que se prepara y dispone de todos los elementos para recibir a su hijo, así mismo el país debe prepararse para “El Niño” que viene, que no sabemos si será suave, medio o duro. Lo importante es esperar atentos y que no nos tome desprevenidos. Algo tiene que haber aprendido el país de “El Niño” pasado que produjo apagones y graves efectos económicos.

Se pronostican fuertes inundaciones en África, sequías en Latinoamérica y olas de frío en los Andes. Lo mejor es que estemos preparados y no se presenten traumatismos inoportunos.

Y ya preparados para recibir el fenómeno, “que sea lo que Dios quiera”.