lunes, agosto 28, 2006

Se abren nuevas puertas en el Norte

Por Raúl Ignacio Mesa V.
nachomesa1@gmail.com


Por fin. Después de muchos años, de rumores y comentarios de cocina, el sueño se hizo realidad. En el Norte del Valle de Aburrá se abrió un centro comercia con cuatro salas de cine, 60 tiendas comerciales, zona de comida, de juegos y, además, al lado del Éxito.

Lo de las salas de cine seguro no es una novedad para las pasadas generaciones que sí les tocó la época del Teatro de Bello o del Teatro Gloria en Copacabana, que desde hace 10 años, no es más que la bodega de un almacén del parque. Pero para las nuevas generaciones y para aquellos que tanto lo anhelaban, la apertura del centro comercial Puerta del Norte es todo un suceso.

Que quede claro que esto no es “montañerada”, ni “mucho musgo”, ni nada por el estilo, no. Es el asombro ante cosas nuevas. Es es la sorpresa macondiana ante lo desconocido.

Ahora sí la gente de este lado del Área Metropolitana, una zona que por mucho tiempo estuvo condenada a la parálisis en materia de desarrollo, vuelve a revivir y a tomar un nuevo aire. No es sino ver cómo en las antiguas mangas de Niquía ahora se alzan casitas igualitas, con sus ladrillos naranjados desnudos que contrastan con el verde de las montañas. Ver cómo lo que antes eran dos simples vías ahora se transforma en una verdadera autopista –dirán algunos que eso ya debería estar hecho desde hace años pero así somos en Colombia- que a propósito está semana abrirá un tramo de kilómetro y medio más.

No se puede negar que tales mejoras se vienen dando desde que almacenes Éxito decidió apostarle a esta zona que estaba un poco olvidada, en lo que se refiere a espacios de entretenimiento. Con razón muchos la veían como un sector rural. ¿De Copacabana?, se preguntan las personas asombradas cuando les digo donde vivo. Para ellos esto es un pueblo, una montaña, un “morro”, como diría una amiga. Y sí, puede que sea todo eso, pero la tranquilidad en la que se vive es lo que hace que no den ganas de irse para otro lado.

Además, esta zona cuenta con grades empresa para la región y el país. ¿Quién en su casa no ha tenido así sea una olla marca Imusa o algún electrodoméstico con el sello de Haceb, o alguna vez no ha oído hablar de la pujanza de Enka de Colombia?

Ahora estos pueblos del Norte van a tener con qué practicar uno de los deportes preferidos del paisa: “chicanear”. Porque además de este nuevo centro comercial, es casi una realidad la construcción de un parque comercial al estilo de los que en el Sur disfrutan desde hace varios años.

Y aunque lo anterior pueda parecer una apología al consumo, pues no. Más bien es una apología al entretenimiento, a la diversión y a los espacios agradables que tanta falta hacían por estas tierras.

miércoles, agosto 23, 2006

Dos mujeres para sacarse el sombrero

Daguerrotipo de Emily Dickinson en 1846-47 (Amherst College)

Hace algunos días presencié por cuarta vez, acompañado de casi 300 personas, una obra que es imposible no repetirla. En una sala oscura, con sillas incomodas pero organizadas y algunos zancudos buscando brazos y piernas descubiertos, apareció ella. Vestida de blanco nupcial salió hablando de la torta negra de la Nueva Inglaterra. Un poco tímida se presentó ante el público: “Mi nombre es Emily Elizabeth Dickinson”: “la poeta recluta”, “la monja de Amherst”, “la bella de Amherst”… la bella Emily.

En el Pequeño Teatro – que cada día está más grande-, bajo la dirección de otro loco, Rodrigo Saldarriaga, con textos de William Luce, se presentó la obra Emily, la bella de Amherst, basada en la vida y obra, cartas y poemas de esta poetisa norteamericana, una de las grandes figuras de la literatura del siglo XIX.

Esta mujer, nacida en 1830 en Amherst, Massachussets, en una familia puritana y religiosa, con dos hermanos (Austin, el mayor y Lavinia, la menor), que empezó a escribir poemas a los 20 años y que luego intensificó a los treinta cuando decidió encerrarse en su casa Homestead, o más bien en su habitación, y vestir solo de blanco, cultivó en vida y sin el interés de publicaciones, una prosa corta pero de largo aliento, de pocas palabras pero las exactas, de pensamientos sencillos pero sensibles, inteligentes y profundos. Como éste: “Soy nadie. ¿Tú quién eres? ¿Eres tú también nadie? Ya somos dos entonces. No lo digas: lo contarían, sabes”. “En los poemas de Emily Dickinson, cada verso equivale a varias páginas de una novela”[1].

Y si Emily hizo historia con su poesía simple y concreta, Omaira Rodríguez, la que presta su cuerpo, su voz, sus sentimientos, su memoria y todo su talento para interpretarla durante hora y veinte minutos, sola en el escenario, también la está haciendo. Es imposible no emocionarse ante una actuación tan sentida, tan sobrecogedora y hasta graciosa. La oportunidad para ver una verdadera actriz. No salida de un reallity, una pasarela, una sección de farándula o acabada de bajar de un avión de Cartagena, no. Una actriz que alcanzó su madurez en las tablas de un Pequeño Teatro en obras como Madre coraje y sus hijos de Bertolt Brecht, A la diestra de Dios Padre de Enrique Buenaventura o Medea de Jean Anouilh. Pero uno definitivamente se enamora de ella cuando personifica a la “señorita Dickinson”.

Esta obra es perfecta para aquellos que las palabras son su herramienta principal de trabajo y de las cuales Emily pensaba: “Una palabra muere cuando es dicha, dicen. Yo digo que recién empieza a vivir ese día”. “Hay palabras ante las cuales me saco el sombrero cuando las veo sentadas en una página”. Y, según varios estudios de su poesía, talvez se sacaba el sombrero ante palabras tan cotidianas como día, vida, ojo, sol, hombre y cielo (todas ellas monosílabos en ingles, excepto la última) ya que las usaba mucho en sus escritos.

Esta reflexión si le cae como anillo al dedo a los periodistas: “Tenemos que ser cuidadosos con lo que decimos. Nunca un pájaro vuelve a ser huevo”. Una frase que debería inscribirse en todo manual de periodismo.

Emily Dickinson murió el 15 de mayo de 1886 – cumplió este año su bicentenario- y solo un tiempo después su hermana Lavinia, Vinnie, descubrió ocultos en su habitación 40 volúmenes encuadernados a mano, que contenían la parte sustancial de la obra de Emily: más de 800 poemas nunca publicados ni vistos por nadie. En su tumba está marcado su epitafio que dice: “Me llaman”. Este artículo es una invitación para cuando la bella de Amherst vuelva a revivir en un Pequeño Teatro del centro de Medellín vamos a buscarla para escuchar sus palabras, para reír y llorar con sus historias, para ver una actuación impecable y poder así “sacarnos el sombrero”.

Omaira Rodríguez representa a Emily Dickinson en el Pequeño Teatro


[1] Gómez Vera, Gabriela. Aproximaciones a “What Inn Is This” y la Poética de Emily Dickinson. En: http://www.ucm.es/info/especulo/numero30/whatinn.html

miércoles, agosto 09, 2006

Recomendaciones para cuando Juanes cuelgue la camisa negra


Juanes, que por estos días termina la gira de conciertos del tour Mi Sangre, luego de dos años de intenso trabajo en tres continentes -169 conciertos en 31 países-, anunció que se tomará un año sabático y regresará a Medellín a buscar las musas para su nuevo disco, dedicarle más tiempo a su familia y a su fundación “Mi Sangre” que apoya a las víctimas de las minas antipersonales.

Aprovechando la visita del artista antioqueño y su presencia en el país, a continuación le presento algunas recomendaciones, ahora que le dio por colgar la camisa negra.

La primera es que si en este tiempo de interrupción le da por prender el televisor y encarretarse con alguna telenovela, hay una que pinta bueno y la transmiten en los noticieros y hasta sacan algunos capítulos en los periódicos. Es una novela de esas con un principio apasionante, indescifrable y controversial; que tiende a terminarse rápido y, como muchas cosas en este país, a olvidarse vertiginosamente. Unos la llaman “La bella, el capo y el reo” y otros “Monólogos de la Virginia”. En esta producción se muestra cómo la realidad del país, a la que usted tanto le ha cantado, es tan folletinesca como cualquier escrito literario.

Si de pronto, imagino, en algún momento se le ocurre recorrer la ciudad o los pueblos cercanos en una especie de búsqueda de inspiración, por favor no lo vaya a hacer en moto. Es evidente que últimamente en la ciudad estás pululan y esto ha creado una cierta “motofobia”: “prohibido llevar barrilleros, prohibida la circulación en la noche”; como si todos los motociclistas fueran malos, bandidos, sicarios o “pillos”.

Usted Juanes, un hombre tan comprometido con la realidad social, debería componerle a los hombres que maltratan a las mujeres, asunto que por estos días es tema de moda en los medios de comunicación y tal parece que es una práctica cotidiana en los hogares colombianos – si es que donde hay violencia se le puede llamar hogar -. Yo sé que una canción no puede cambiar tal situación – sino mire usted como le ha cantado a los secuestrados y hasta hora el intercambio humanitario está como envolatado - pero al menos las mujeres que la padezcan podrán tener una canción para dedicarles a sus infames maridos.

Si piensa comprar otra camisa, tenga en cuenta que este tipo de artículos están gravados con un 16% de IVA. Si, bueno, puede que para usted esto no signifique nada, pero piense un momento en las personas que ganan el mínimo y deben estirar sus salarios paran pagar servicios, arriendo, mercado, colegio, pasajes, etc., etc.…

Finalmente, para que su estadía aquí no sea tan aburrida, dedíquese, como lo ha dicho en varias entrevistas, a sembrar plantas y árboles y por ahí derecho aproveche para pensar qué es lo que va a hacer cuando cumpla los 40 años, según los vaticinios de la pitonisa japonesa Kazuko Hosok. Y si la vuelve a ver, pregúntele cuál es el pronóstico para el país de sus canciones.


Foto bajada de: www.elheraldo.hn/fotos/48443.jpg