martes, noviembre 21, 2006

Para volver a quitarse el sombrero


Por Raúl Ignacio Mesa Villegas
nachomesa1@gmail.com

Comparable con la sensación de un niño que espera con ansias su regalo de navidad, es lo que siente un cinéfilo cuando Pedro Almodóvar anuncia el estreno de su nueva película.

Hablar del cine de Almodóvar es hablar de un cine cálido, con historias a veces complejas pero siempre cotidianas. Es realmente un cine con voz propia, un verdadero y sincero cine de autor.

En esta ocasión nos regala Volver - digo regala porque eso es lo que son sus películas, maravillosos obsequios – una cinta que da cuenta de su madurez, de la capacidad que tiene para reinventarse, aún cuando uno puede llegar a pensar que ya no lo puede hacer mejor.

Volver es una historia que se mueve entre lo costumbrista de su tierra Machenga, lo intensa humanidad de unos personajes y un desbordante realismo mágico, al mejor estilo del boom latinoamericano, con el propósito de hablar de mujeres, de muerte, de supersticiones, de recuerdos y de retazos de la vida cotidiana.

Volver

Lo primero que quiero rescatar de esta película es la vuelta de Almodóvar al universo femenino, aspecto que sin duda alguna ha definido su cine pero que tenía un poco olvidado en sus últimas películas. La Mala Educación fue una película de personajes masculinos aunque con mucho de feminidad. Este retorno lo hace con la complicidad de un reparto de lujo: Penélope Cruz, simplemente impactante; Carmen Maura, un retorno magistral; Lola Dueñas, pura experiencia; y Blanca Portillo y Yohana Cobo con un excelente debut.

Volver es un verdadero homenaje a las mujeres, a su fortaleza para aguantar las situaciones más duras, a su condición natural de solidaridad y al inmenso amor que son capaces de dar a los suyos. Es al mismo tiempo la resignificación que el director hace del papel de la mujer en la sociedad, en la construcción de familia, de hogar, de barrio y de comunidad.

También, muchos críticos rescatan el regreso de su autor al género de la comedia y por escenas como en la que Sole trata de ocultarle a Raimunda la presencia de su madre en la casa o en la que Raimunda por un especial olor se percata de la presencia de su madre y la situación que esto genera, hacen pensar que nunca lo hubiera abandonado.

Aquí otra característica definitoria de Almodóvar: el humor suelto, cotidiano y contundente, sin necesidad de abusar de expresiones vulgares – una gran lección para los realizadores colombianos -. Debo agregar que es una comedia dramática, donde las risas y las lágrimas van y bien y eso también lo experimenta el espectador en la oscuridad de la sala de cine.

Otros elementos que hacen ya parte de la marca Almodóvar y que hacen presencia en Volver son el uso dramático y expresivo de la música, el cuidado y elocuencia de sus planos, el relato perfectamente armado y unos diálogos honestos e ingeniosos.

De recuerdos

Cuando Almodóvar añade esos retazos personales, íntimos y autobiográficos a sus películas es cuando surge su mejor cine.

Ese viaje al interior de sus recuerdos de infancia, de la vida en su pueblo, de los patios inmensos llenos de materas y flores, de las cocinas como el lugar de reunión de las mujeres y el espacio propicio para contar sus historias, unidos a la capacidad innata de Almodóvar de escuchar y recordarlos para luego armar una historia con este material, es lo verdaderamente valioso y profundo de su cine.

Lo ha hecho ya en películas como Todo sobre mi madre, Hable con ella, La Mala Educación y ahora lo repite magistralmente en Volver. Esa es su mejor materia prima: sus recuerdos, sus miedos, sus alegrías, sus sentimientos… su familia.

He aquí otra invitación a los realizadores colombianos a esculcar en sus familias, sus personajes cercanos y sus recuerdos de infancia las nuevas historias del cine colombiano.

Relación con la cultura antioqueña

Dice un proverbio portugués: Quem conhece o seu povo conhece o mundo todo (El que conoce a su pueblo conoce el mundo entero). Y como conocer tiene la misma raíz que narrar, Pedro Almodóvar es un narrador de su pueblo y al mismo tiempo del mundo, de nuestros tiempos.

Es desde esa particularidad, desde sus más profundos recuerdos e intimidades familiares que las historias y narraciones de su cine se vuelven universales y hacen que un espectador lejano encuentre en sus películas – y particularmente en Volver – una identificación y relación con su cultura.

Viendo la película no puedo dejar de acordarme del la novela de Tomás Carrasquilla Entrañas de Niño, donde se identifica que el mito fundacional de la cultura antioqueña es España. Esa relación con la muerte, con las ánimas, los espíritus y esa ánimo de superstición entre la gente que presenta Almodóvar en la película son también aspectos muy propios de la cultura antioqueña.

Por ejemplo, cuando la madre le dice a Raimunda: “Lo bueno de estos pueblos es que son muy supersticiosos”, no sólo se está refiriendo a los españoles sino que también podrían ser, fácilmente, los antioqueños. Y si no, cómo explicar que en pleno siglo XXI un hombre tenga por costumbre, en las noches de noviembre, cuado el reloj marca las doce de la noche, abrir el cementerio, recorrerlo despacio llevando una capa encima y una campanita que hace sonar mientras dice sin cesar: “un padrenuestro por las benditas ánimas del purgatorio por amor a Dios”, y de esta manera recorre las calles de todo un municipio.

Dice el padre Humberto Restrepo, en su libro La Religión de la Antigua Antioquia, que se identifica el mito de las ánimas con la presencia de la muerte y se legitima la herencia española venida propiamente de Galicia, que fue llamado el país de las benditas ánimas.

Qué decir de las veces que un titular de noticiero anuncia la aparición de la imagen de la Virgen María en un buñuelo, la de Jesucristo en una pared o en un tronco de un árbol. ¿Se puede pedir más superstición?

La diferencia con la historia de Almodóvar y a lo que nos enfrenta es con algo que en la vida real nunca ha pasado y es si esos cuentos de ánimas en pena y espantos que caminan en las tinieblas se vuelvan verosímiles.

Almodóvar, para construir sus historias, se hace una pregunta clave para darle rienda suelta a la imaginación tanto en la literatura como en el cine: ¿Qué pasaría sí…? A partir de esto y de otros ingredientes, seguramente reales, es que nacen sus espléndidas películas.

Otro aspecto de Volver que se reproduce en nuestra cultura es lo que representa el personaje de Agustina, interpretado por Blanca Portillo: la importancia de la vecindad. Eso es algo muy particular de nuestra cultura, esa solidaridad para tomar los problemas del otro como propios, de brindarle compañía y ayuda. Aunque también es un arma de doble filo porque así como se puede dar una relación de armonía también puede ser de odio y conflicto.

Para volver a escuchar

¿Qué sería de esta película sin la música? Difícil concebirlo. Otro de los aciertos de es la presencia dramática y contundente de la música. Además de darle el título a la cinta, el tango Volver, interpretado originalmente por Gardel, ahora en ritmo de bulería en la voz espléndida de Estrella Morente adquiere un aire de exquisitez y estilización.

Además, sirve para crear una de las escenas más hermosas y para nunca olvidar de la película, cuando Raimunda canta en el restaurante y su madre la escucha escondida en el carro. ¡Cómo no estremecerse!

Finalmente, después de deleitarse con Volver, un intenso retazo de la vida real, al espectador no le queda más que esperar con ansias la próxima entrega de Almodóvar y, así como decía la poetiza Emlily Dickinson, quitarse el sombrero.